huye por un ocaso de alfabetos,
niebla de libros
y palabras.
¡La sombra de mi alma!
¡La sombra de mi alma!
He llegado a la línea donde cesa
la nostalgia,
y la gota de llanto se transforma
alabastro de espíritu.
¡La sombra de mi alma!
¡La sombra de mi alma!
El copo del dolor
se acaba,
pero queda la razón y la sustancia
de mi viejo mediodía de labios,
de mi viejo mediodía
de miradas.
Un turbio laberinto
de estrellas ahumadas
enreda mi ilusión
casi marchita.
¡La sombra de mi alma!
¡La sombra de mi alma!
Y una alucinación
me ordeña las miradas.
Veo la palabra amor
desmoronada.
¡Ruiseñor mío!¡Ruiseñor!
¡Ruiseñor mío!¡Ruiseñor!
¿Aún cantas?
No hay comentarios:
Publicar un comentario