Nuevamente nace el mundo, nuevamente
Y por mucho que te cante la alta música
hacer tuya tanta vida derramada
Tierra nuestra, vida nuestra, tiempo nuestro...
Me da pena pensar que algún día querré ver de nuevo este espacio,
tornar a este instante.
Me da pena soñarme rompiendo mis alas
contra muros que se alzan e impiden que pueda volver a encontrarme.
Estas ramas en flor que palpitan y rompen alegres
la apariencia tranquila del aire,
esas olas que mojan mis pies de crujiente hermosura,
el muchacho que guarda en su frente la luz de la tarde,
ese blanco pañuelo caído tal vez de unas manos,
cuando ya no esperaban que un beso de amor las rozase...
Me da pena mirar estas cosas, querer estas cosas, guardar estas cosas.
Me da pena soñarme volviendo a buscarlas, volviendo a buscarme,
poblando otra tarde como ésta de ramas que guarde en mi alma,
aprendiendo en mí mismo que un sueño no puede volver otra vez a soñarse.
DIENTES DE FLORES, COFIA DE ROCÍO...
Último poema antes de suicidarse.
Dientes de flores, cofia de rocío,
manos de hierbas, tú, nodriza fina,
tenme prestas las sábanas terrosas
y el edredón de musgos escardados.
Voy a dormir, nodriza mía, acuéstame.
Ponme una lámpara en la cabecera;
una constelación, la que te guste;
todas son buenas, bájala un poquito.
Déjame sola; oyes romper los brotes...
te acuna un pie celeste desde arriba
y un pájaro te traza unos compases
para que olvides... Gracias...
Ah, un encargo:
si él llama nuevamente por teléfono
le dices que no insista, que he salido.
Ahora que te fuiste te diré que te quiero,
ahora que no me oyes, ya no debo callar.
Tú seguirás tu vida y olvidarás primero
y yo aquí, recordándote a la orilla del mar...
Hay un amor tranquilo que dura hasta la muerte,
y un amor tempestuoso que no puede durar.
Acaso aquella noche no quise retenerte
y ahora estoy recordándote a la orilla del mar...
Tú que nunca supiste lo que yo te quería
quizás entre otros brazos lograrás olvidar.
Tal vez mires a otro, igual que a mí aquel día
y yo aquí recordándote a la orilla del mar...
El rumor de mi sangre va cantando tu nombre,
y el viento de la noche lo repite al pasar.
Quizás en este instante tú besas a otro hombre
y yo aquí recordándote a la orilla del mar.
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